Cuentos, literatura y trastornos

Por: Juan F. Castillo




El sábado 30 de noviembre del 2019 se realizó la puesta en circulación de la obra El libro de los trastornos, del escritor Bladimir Ramos. El acto tuvo lugar en el centro comunal de Tenares. En el mismo, tuve la oportunidad de expresar mi consideración acerca del libro y hoy quiero compartirlas con ustedes, queridos lectores.

Inicio citando al maestro del cuento, Juan Bosch, que dice que: “escribir cuentos es una tarea seria y además hermosa”. No pueden ser mejor estas palabras para la presentación del libro que nos toca: El libro de los trastornos de nuestro querido Bladimir Ramos, pues, es lo que lo ha caracterizado en el trayecto literario que ha emprendido, y que podemos corroborar en el manejo de la técnica que utiliza en el texto. Eso mismo hace que sea una obra hermosa. De esta manera, hace realidad la frase de nuestro insigne cuentista.


Desde el título, el libro es muy sugerente. Diría que es tan sugerente que juega con la psicología de los psicólogos. Además, el título es atinado porque nos encontramos con unos personajes que viven en el delirio, otros con psicopatía, enfermos sexuales, llegando a identificar claramente el complejo de Edipo. Por tanto, el título va más allá de ser una frase bonita para llamar la atención. Es un título que expresa la realidad temática de la obra, que incita al lector a descubrir los posibles nudos y a prepararse para los desenlaces. Es el punto de partida para incursionar en un cúmulo de realidades posibles, donde cada personaje forjará en su destino un trozo de la realidad presente. En este sentido, resalta el aspecto psicológico del texto y desde ahí nos pone en proyección sociológica. Con esto último, me refiero a ese aspecto de la creación literaria a que se refieren Lucien Goldmann,  Umberto Eco y Georg Lukács, cuando convergen en decir que:  la literatura es parte integrante de la realidad social”, ellos presentan la sociedad  como sujeto de la creación literaria.
Robert Escarpirt expresa con mayor claridad la relación existente entre literatura y sociedad, y cito:
En cualquier punto del circuito, la presencia de individuos creadores plantea problemas de interpretación psicológica, moral, filosófica; la mediación de las obras plantea problemas de estética, estilo, lenguaje, técnica y, finalmente, la existencia de una colectividad-público plantea problemas de orden histórico, político, social, incluso económico. Para decirlo de otra forma, hay, por lo menos, tres mil maneras de explorar el hecho literario.
Con el libro del trastorno ha pasado exactamente lo que enuncian los teóricos citados. El mismo autor nos indica que las historias emergen del entorno: de alguna manera él la ha visto, le han contado, a fulano le han contado, se dice por ahí… y la ha procesado para convertirla en una creación literaria.

Bladimir nos pone en las manos un texto pulcro, ligero, dulce al paladar, despojado de pesadumbres y distractores. En cada historia lleva de la mano a sus personajes en una hilaridad hacia su desenlace final como en un determinismo de los dioses. Con ello, cumple con a una de las características exigidas por los grandes maestros, para la categoría de cuentos. El crítico Anderson Imbert nos dice que: “La brevedad del cuento tiene la virtud de ceñirse a los impulsos cortos con que actúa la vida”. Nuestro autor supo extraer esos impulsos vitales de las cotidianidades circundantes y transformarlos en literatura. Cito, por ejemplo: esa llamada telefónica de Jhon Mara, el sueño premonitorio de Gaspar, el caminar por las calles de Emmanuel, la limosna de Manolito, entre otros. Todos ellos son cuento de un instante en el tiempo, llevando consigo ese punto focal desde el inicio al final.

Nuestro autor maneja la brevedad en sus dos aspectos base: en el tiempo y en el texto, confirmando el dominio de la técnica. Así podemos ver cómo domina la brevedad en el tiempo en cuentos como: Jhon Mara, Sueños lúcidos, Los linces y otros. En estos cuentos el tiempo es un instante, un momento, una brevedad de la vida y el autor le da la extensión de una historia con inicio, desarrollo y desenlace.

El dominio de la brevedad del texto queda evidenciado en cuentos como: cuerpos lujuriosos, cuernos, no hables más de lo que tienes que hablar, pérdida masiva y otros. La brevedad textual aquí expuesta difiere de la brevedad en el tiempo, y explico: Por ejemplo, el cuento Cuernos, es un cuento de apenas 42 palabras, muy breve; sin embargo, para el desenlace de la historia hay que esperar el nacimiento de una criatura, esto es, supone al menos nueve meses.  Veamos:

Cuernos
La culebra le pegó los cuernos a su marido. Parece que la genética tuvo que ver y sacó parentesco de su abuelo, pero el culebro no lo quiere entender. El culebro alega que la culebra le pegó los cuernos. ¡Qué lindo dragoncito!

El cuento Cuerpos lujuriosos con apenas 149 palabras, un párrafo ejecutivo, cuenta una historia que transcurre en aproximadamente nueve meses, también, desde que una desconocida mujer observa al protagonista hasta que un niño le dice papi. Es magistral cómo puede desarrollar una historia de un tiempo no tan corto en unas pocas oraciones.

La singularidad narrativa y la osadía literaria de nuestro querido autor se expresan en cuentos como:  Sorpresa, Triángulo, Tú y yo, Transparencia, etc. Donde convergen la brevedad del texto con la del tiempo, emparentando con una tendencia latinoamericana al microcuento representada en escritores como Cortázar, Borges, Monterroso, Arreola entre otros. Y, lejos de querer equipararlo a estos legendarios, lo que quiero es resaltar el uso bien preciso que hace de la técnica de escribir cuentos.

En cuanto a la temática, presenta una gran diversidad. Allí, se retratan los problemas y acontecimientos individuales que afectan la sociedad actual. El libro desvela los impulsos primigenios del ser humano en una época en que, se supone, superamos el instinto animal. Es por ello que lo ve como un trastorno, como una deformación del espíritu, una degradación del ser humano social.
Los cuentos del Libro de los trastornos nos hablan de drogas, venganzas, engaños, infidelidad, muerte, creencias, sexo desenfrenado, amor, prostitución, violación, pobreza, asesinatos, robos, enfermedad; y por qué no, algo de política también. La temática es diversa, diría que hay un cuento para cada gusto.

La narratología es dinámica. Mantiene un cambio de perspectiva constante. Juega con los roles de narrador y protagonistas, provocando oscilaciones en quien cuenta la historia: unas veces el narrador; otras, el protagonista y en algunas un testigo. El dominio narratológico de la primera persona (narrador – protagonista y narrador – testigo) y la tercera (narrador omnisciente y narrador cuasi omnisciente) es inmaculado. Que, de hecho, son las perspectivas narrativas más comunes. Pero nuestro escritor nos deslumbra con narraciones en segunda persona. No es común su uso, pero no dejan a aparecer escritores osados que sean maestros de la técnica y puedan envolver al lector en la trama, como lo requiere esta perspectiva. Cuentos como La Calentura y El espejo, se forjan como un intento muy interesante de esta perspectiva narratológica.

Hay mucho que decir de otros aspectos, como el uso del lenguaje. Yo lo describo como fresco, contemporáneo y actualizado. Esto permite un acercamiento del texto a un lector iniciado, pues, el mismo se identificará con el habla y expresiones de los personajes, mientras que el narrador deleita a un lector exigente.  Todo esto, sin dejar de lado la marca personal de Bladimir, una pizca de erotismo como parte de nuestra realidad humana.

En sentido general, el Libro de los trastornos soporta análisis multidisciplinar: desde la lingüística, por ejemplo: genera un vocabulario propio, confiérase la palabra “facebooquean”. Desde la psicología: el lector puede centrarse en la conducta de los personajes. Puede estudiarse desde la sociología: por ejemplo, el impacto social de las historias. Desde la ética, reflexionando las acciones de los personajes. E incluso, y más interesante para mí, desde una visión teleológica, preguntándonos, ¿hacia dónde vamos como sociedad, cuando situaciones como la que vemos en el Libro de los trastornos es el pan de cada día? Sean verdaderas o no las historias, lo cierto es que son posibles y cada uno de nosotros puede identificar una muy similar en la vida diaria.  Yo, por ejemplo, conozco muy lejos de aquí cómo se da una historia en la vida real muy parecida a lo que se narra en la Cárcel de la majadera. Y así, podemos seguir dando aristas de análisis y reflexión sobre el texto.  

No es mi intención abordar todos los frentes analizables, solo quiero avivar la curiosidad por el texto y darle mi parecer, producto del contacto que he tenido al leerlo.  
Para finalizar, quiero exhortar a todos a disfrutar del libro. Que en el fondo no es más que la expresión de una sociedad en decadencia de valores. El libro es rico en contenido, temática, perspectiva narrativa, lenguaje y, por tanto, permite la diversidad de enfoques. Les auguro una buena lectura.