Artista plástico y escritor sancritobalence
Cuando juventud y realidad superan la fantasía
Leer es siempre una aventura de asombro, de descubrimientos. Y cuando se trata de leer la obra de un joven escritor, esa aventura puede resultar, además de placentera, enriquecedora. Pienso que ante un libro como el de Bladimir Ramos: “Mañana pídeme lo que quieras” (Edición Tinta de Taller, Ministerio de Cultura, 2015), tiene uno que abrirse a una manera particular de enfocar la realidad ante el hecho narrativo.
Se trata de una obra cuya narratología se ampara en la muerte como consecuencia de una vida desorientada. El sueño es la estrategia ficcional de que Bladimir se vale para arrastrarnos al fondo de las historias más sobrecogedoras. Durante su lectura podemos evocar conceptualizaciones entorno al sueño, la vida y la muerte universalizadas por autores como Freud, Borges, Poe, Rulfo, Novalis, Shakespiare, Cortázar, entre otros.
El libro está ambientado en un mundo sórdido en el que se malogra continuamente los sueños de hombres y mujeres en el umbral de su juventud. Hay crítica social, una fuerte crítica, una denuncia abierta; quizás un enrostramiento de la realidad en nuestras propias caras, poniendo en evidencia los flagelos que deshacen el porvenir de la patria ante la indiferencia de todos.
Su prosa es fluida, ágil y vivaz; muchas veces rebelde, desafiante e irreverente. El carácter descarnado con que el autor despacha cada historia, podría atribuirse a una actitud conteste con la realidad de los jóvenes hoy día. Como buen narrador, Bladimir Ramos es consciente de que el lector contemporáneo, el de la era digital y los celulares inteligentes, está muy marcado por la violencia cotidiana, la violencia social: la de la calle, el cine, los noticieros, la música, el alcohol, las drogas y la corrupción. Más aún cuando los personajes corresponden al extracto social que habita nuestros barrios. Veamos a continuación el enfoque de algunas de sus historias más conmovedoras y desconcertantes:
En “Episodio de un día” el autor se propone demostrar cómo el personaje se va sumergiendo (de manera inconsciente) en el sueño, y ya en éste, a través de la pantalla del televisor, el autor nos induce a actuar junto al personaje que se desenvuelve en medio de un sopor que le impide distinguir la vigilia del sueño; la placidez de esta otra dimensión de pronto sucumbe ante los tormentos propios de una pesadilla.
Cargado de una nebulosa abrumadora, el personaje de este cuento ve morir a una niña ahogada en el inodoro, sin poder hacer nada. Ve la tragedia de su existencia mediante la pantalla del televisor, primero dentro del sueño, y luego (y aquí reside la detonante de la historia), en la realidad, la más cruel y dolorosa realidad.
De alguna manera Bladimir se propone sumergir al lector en los paroxismos de la existencia, en lo profundo de una patología humana, al momento de narrar el texto que lleva por nombre “Residencia de la muerte”. Su personaje pone al descubierto las bajezas, la maldad y la alevosía de un hombre que se considera predestinado a la muerte (¡vaya privilegio!). Para ello roba, mata, traiciona, fornica, miente y con ese accionar, con esa estrategia absurda y macabra, pone en vilo la existencia. Hasta Dios termina ridiculizado.
“Jhon Mara” es el personaje de una historia donde el amor de una pareja se ve zanjado por la traición. La separación es para siempre pero el enamorado, en su obnubilación, cree que el amor es eterno, y permanece perdido en ese ilusorio estado que le impide aceptar la realidad. Asimismo, “Sueños lúcidos” encarna la gran problemática de un joven que cree entender el momento exacto en que está soñando y obrar dentro del sueño de manera consciente; le cuenta a su amigo la fascinación y sus peripecias en los sueños, su dominio sobre ellos. Pero olvida contarle que puede prever el futuro, el futuro inmediato en el que su propio amigo es atropellado por un camión durante una situación muy confusa y nebulosa, propia de los estados del sueño.
“Es la calentura”, una sobrecogedora historia de incesto y violación; un retrato de la nauseabunda existencia y la marginación, donde los fenómenos psico-patológicos se erigen en un interminable círculo vicioso, cuyo girar sobre sí mismo hace cada vez más inmunda la condición humana. En su lecho de muerte, una mujer es violada. El
único de sus hijos que la cuida es alguien que por el rechazo y la incomprensión de la madre y el entorno social durante la infancia, termina convertido drogadicto.
En su agonía la mujer padece de delirios, de “calentura”. El pasado de rechazo y maltrato hacia el hijo se entrecruza con el presente en el que dicho hijo la cuida y protege. Madre soltera a los 24 años, piensa que todo es una alucinación fruto de la calentura, pero siente que ese fantasma la ama. Ahora le parece una locura sentir placer por otro, y lo que es peor, por un fantasma. La fiebre debe ser responsable, piensa la desdichada mujer, mientras poco a poco se hace partícipe de los vicios del hijo, a quien comienza a confundir con el fantasma de su difunto esposo.
Bajo el mismo ambiente de sopor en el que se entrecruzan sueño y pesadilla, realidad y vigilia, transcurre la historia “Treinta”, donde un hombre mata a su mejor amigo y a la mujer de este en un confuso incidente. La trama inicia cuando el protagonista llega a un motel y pide una habitación, un cuartucho de mala muerte. Su estado de embriaguez lo induce a ver un hueco en el centro de la cama, una especie de abismo por el que de pronto se ha desbocado su existencia. En verdad Bladimir consigue un cuento fabuloso; valiéndose de la trama hace de este relato una pieza antológica.
La historia de “Maira” es sumamente conmovedora. No solo por la carga poética (a diferencia de los textos anteriores), sino por el dominio psicológico, y por el feedback que el autor hace del tiempo. Ese pretérito en el que dejamos anclados la infancia, los momentos más lúdicos y hermosos de la niñez. Maira es un espejo roto con todo y su ternura, su belleza y sus sueños. Perdida por las drogas y otros vicios que patrocina la cultura del consumo que nos acedia. Sorprendentemente el autor aparece en la historia, dándole un giro autobiográfico. Ese atisbo de verosimilitud, hace la historia más humana y conmovedora.
Un párrafo de la realidad cruda y descarnada, una escena demasiado viva de la realidad, lo representa el personaje que da título al cuento “Yanely”:
[Pero las cosas suceden. Sucedió lo que siempre temí que sucediera. Yanely fue violada, pero esta vez fue diferente. Después de violarla, le abrieron la vagina con un casco de botella de vidrio y le introdujeron un trapo con el palo que siempre cargaba encima para cuidarse de los perros que por las noches salían a morderla.]
En el príncipe de los cuentos de hadas que toda niña aloja en sus sueños, trasmutó Yanely a su violador. Su desequilibrio mental le hace asociar el dolor como consecuencia del amor que siente por su amado, a quien llama desde su lecho en el hospital para perdonarlo, como manda la patología de toda mujer abusada.
[Las investigaciones tomaron el curso que tenían que tomar y Yanely pedía con fuero desde el hospital que le llevaran a Ángel para perdonarlo. Repetía que no lo apresaran, pero como era loca su opinión no valía. Para el pueblo éramos nosotros los verdaderos malhechores.]
Los imputados fueron dos chicos que esa misma noche la habían pasado jevi entre droga y sexo con dos muchachas del barrio. Y como Yanely, pese a su estado mental, siempre estuvo enamorada de uno de ellos, quien la rechazaba por su condición de “loca del barrio”, mientras el otro, quizás por lástima, se había enamorado de ella. Ambos amigos fueron acusados. En este cuento la trama es verdaderamente ingeniosa y con matiz de género policíaco.
“Yocasta” es una muchacha víctima de su propia lujuria. La historia implícita es más reveladora que la narrada por el autor y, ahí reside su riqueza conceptual. En tanto que el cuento “Los pasos suntuosos” narra la historia de una mujer atormentada por el fantasma de la muerte, mientras su madre no halla sosiego, no sabe cómo consolarla, de qué manera salvarla. Apenas la abraza. La mujer desconoce lo que le atormenta pero lo describe detalladamente con el ensombrecido carácter de la muerte que en las noches viene por ella.
En el texto titulado “Te amo” asistimos al espectáculo de la muerte hecho morbo, incitados por un joven que a través de las redes sociales cita a sus amigos y parientes para que presencien su acto de suicidio lanzándose desde un alto piso. A todo eso, el padre, que mira el espectáculo en los noticieros, dice: “el loco no se come su mierda, que se tire ese sinvergüenza.”
El trauma psicológico que presenta el personaje se corresponde con la obsesión (casi absurda) de reconocimiento intrínseca a la juventud. El deseo de llamar la atención a costa de lo que sea. No importa cuántas normas haya que transgredir para ser el foco de atención. Incluso la hombría y el valor están normados, entre la masa juvenil de hoy día, por su capacidad para transgredir. El suicidio aquí representa una alegoría
del camino elegido por la mayoría de nuestros jóvenes; una evocación de esa dura radiografía de nuestro tiempo descrita por Vargas Llosa en “La civilización del espectáculo” (2008).
Así cometen estupideces colosales, como propiciar un espectáculo público con el suicidio como objeto ante un público que vive el show con horrorosa frialdad. La masa lo incita arrojarse. Pero el sujeto no lo hará hasta que no llegue la persona que ama, la persona por la que ha tomado esta dramática resolución, la figura detonante de la historia.
El personaje principal del cuento que da título al libro “Mañana pídeme lo que quieras”, es un joven al que la miseria ha acorralado. Este personaje simboliza una lucha entre lo moralmente correcto y el instinto de sobrevivencia. Pese a su crianza con ciertos valores, pese a que está en la universidad y frecuenta círculos de intelectuales, urge darle de comer a su hijo. Pese a que ya se alejó de la calle, el hambre de un niño es una daga contra la moral. La canción de un rapero del momento lo induce, lo alienta, lo incita a correr los riesgos de la calle para conseguir su objetivo, y comienza la trama. No quiere matar pero la cocaína es la intermediaria. Desinhibición total. Sabe que hay quienes lo valoran pero también quienes lo consideran delincuente; sabe que lo aman pero también hay quienes le odian. La psicología va haciendo lo suyo. Está obligado a quitar vidas para dar de comer a su mujer y a su hijo. El cine nuevamente es el modelo a la hora de cometer un atraco a un banco. Con lo robado piensa poner un negocio, hacer una maestría, mandarle algo a su madre que vive en el campo, visitar a su hermana. Pero la vida es cruel y la tragedia asecha. Al final se desvela la trama que ingeniosamente Bladimir ha zurcido; un final verdaderamente estremecedor.
Creo que esta muestra basta para valorar la cuentística de Bladimir Ramos como una apuesta por la literatura de vanguardia; una literatura signada por el cine y que muy bien pudiera ser llevada a la pantalla grande.
En cuanto a su estilo, nada le es ajeno a autores dominicanos como Rey Andujar (“Amoricidio”, Ferilibro, 2007) y Junot Díaz (“Negocios”, Alfaguara, 2010; “Así es como la pierdes”, Alfaguara, 2013). Su verosimilitud narrativa está conteste con propuestas como la de los Nuevos Narradores Sancristobalenses de la FLAM, entre otros valiosos atisbos de la narrativa joven dominicana. Ya el escritor Ubaldo Rosario, en el prólogo del libro, ha destacado la sexualidad como una de las temáticas esenciales
del libro, así como la capacidad de Bladimir para abolir las fronteras entre el sueño y la realidad. Sus personajes, que se debaten entre el bien y el mal, aunque de manera inconsciente, actúan como autómatas del destino.
Bladimir Ramos es el coordinador del Taller Literario Francis Livio Grullón de Tenares, junto a los miembros: Eddy Sosa, Eduard Tejada, Quibian Castillo, Pedro Carreras y otros quijotes de la provincia Hermanas Mirabal. Es licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (CURNE) donde actualmente cursa la maestría en Lingüística Aplicada en la Enseñanza del Español. En el 2012 obtuvo el primer lugar en el V Concurso Nacional para Talleristas, renglón poesía, en la categoría de 13 a 20 años, y además fue galardonado en el concurso de Cuento Joven de la Feria Internacional del libro en los años 2011 y 2014 y hace apenas meses obtuvo el primer lugar de poesía en el concurso organizado por el Ministerio de Cultura de cara a la Feria Regional del Libro a celebrarse en Cotuì en el presente mes.
En el 2015, tuve el honor de coordinar junto a él la sala de eventos del Pabellón Letras del Cibao en la Feria Regional del Libro desarrollada por el Ministerio de Cultura en Tenares. Allí pude conocer de cerca su personalidad: su enfoque, su agudeza crítica. Su coraje ante la expresión literaria es verdaderamente asombroso en relación con su juventud, pues nació en San Francisco de Macorís en 1991 y ya se adentra al mundo literario abriendo “una ventana magistral” como atinadamente comentara el destacado Leonardo Nin en la contraportada del libro.