La muerte de Dios como camino a la nueva civilización

Juan Fermín Castillo
Universidad Autónoma de Santo Domingo
jfcrosari1981@gmail.com



El propio Dios no puede existir sin hombres sabios, dijo Lutero, y con razón. Menos aun puede existir Dios sin hombres ignorantes !esto no lo dijo el buen Lutero!


                          Friedrich Nietzsche



Resumen
En este ensayo presento una reflexión crítico- filosófica del concepto Muerte de Dios en el filósofo Friedrich W. Nietzsche, vista como una explicación parabólica del cambio creciente que  la sociedad sigue y  que sin darse cuenta se aleja de Dios. Como resultado de la metamorfosis la humanidad va forjando cada día una nueva civilización distanciada, queriendo o no,  del paradigma religioso. En Nietzsche vislumbro el filósofo polémico y profético que anuncia el cambio que el ser humano no quiere aceptar.  Intento explicar cómo se concibe la muerte de Dios en su filosofía y cómo ha de entenderse en la historia humana.      

Palabras claves: muerte de Dios, moral, valores, sociedad, nueva civilización.


Abstract
In this essay I present a critical-philosophical reflection of the concept Death of God in the philosopher Friederich W. Nietzsche, seen as a parabolic explanation of the growing change that society follows and that inadvertently distances itself from God. As a result of the metamorphosis humanity is forging every day a new civilization distanced, willing or not, from the religious paradigm. In Nietzsche I see the controversial and prophetic philosopher who announces the change that the human being does not want to accept. I try to explain how the death of God is conceived in his philosophy and how it is to be understood in human history.

Keywords: death of God, morality, values, society, new civilization.



Friederich Nietzsche es el filósofo que emana fundamentalmente la crítica más aguda de la religión, la filosofía, la moral y la ciencia. Según él todo lo mencionado tiene un origen decadente y las combatió no al estilo del filósofo que refuta errores, sino del médico que lucha encarnecidamente contra las enfermedades.

La refutación  de lo religioso – moral  ocupó gran parte de su filosofía, obras como El anticristo y La genealogía de la moral  están dedicadas por completo a criticar, la primera la religión y la segunda la moral. 

La crítica más polémica de la religión la plantea con la muerte de Dios. Este autor es famoso por su frase “Dios ha muerto”. Pero, ¿Qué significa esta frase? ¿Cuál es el contexto real?, ¿Qué alcance tiene? ¿Se ha hecho una correcta interpretación o se ha visto tergiversada por sectores encontrados? ¿Por qué da miedo la muerte de Dios?
El autor recurre a la parábola para expresar la muerte de Dios y pone la frase en uno de sus personajes, caracterizado como un loco. Cumpliendo objetivos claros, deja inferir que  solo a un loco se le puede escuchar decir que Dios ha muerto.

El  aforismo 125 en su obra La Gaya Ciencia, lleva el título de El hombre loco. Narra cómo este personaje es el profeta que proclama la muerte de Dios y se le escucha decir en medio de un mundo influenciado por el poder religioso que Dios ha muerto. Ese es el éxito que tiene el hombre frenético. Es irónico pensar que un loco pueda ser el arquetipo de la humanidad ideal, sin embargo, por su estado inconsciente frente a los actos morales es la figura idónea para vivir sin divinidad; para que Dios en su vida y su mundo haya muerto. 

La historia del loco se consolida como el punto de partida para la formación de una nueva civilización distanciada de las pesadumbres morales.  Es así como se presenta el loco:

 El hombre loco: ¿No oísteis hablar de aquel hombre loco que en Pleno día corría por la plaza pública con una linterna encendida Gritando ¡busco a Dios! ¡Busco a Dios! –Como estaban presentes muchos que no creían en Dios sus gritos provocaron la risas’’  ¿se te ha extraviado? ’’ Dijo uno de los circundantes. Exclamó otro ‘‘¿Se habrá ocultado?’’  ‘‘¿Es que nos tienen miedo?’’  ¿Se ha embarcado?-Así gritaron todos riendo a carcajadas.

El loco se encaró con ellos, y clavándoles la mirada, exclamó:
¿Qué ha sido de Dios? - Gritó ¡Os lo voy a decir, lo hemos muerto!
–Vosotros y yo todos nosotros somos sus asesinos… ¿Qué hicimos al desatar la tierra de su sol?, ¿A dónde vamos?... ¿No vamos cayendo continuamente hacia atrás,  hacia un costado, hacia delante, hacia todos lados? (Nietzsche, 1990)


La muerte de Dios, sin duda alguna, es el acontecimiento más importante en el quehacer filosófico de Nietzsche. Es un acontecimiento cósmico del cual son responsables los hombres.  Su objetivo es liberar al hombre de las cadenas de lo sobrenatural que él mismo había creado. Para este filósofo, la historia humana se divide en antes y después de la muerte de Dios.  Es un hecho que todo el mundo conoce, sin embargo, algunos se resisten a creerlo prefiriendo seguir con el antiguo yugo que supone para el ser humano convivir con Dios.

En las ruinas de la  muerte de Dios se construye  la grandeza del superhombre, como un rascacielos suplanta en nuestros días una vieja casucha. Ambos son muestra del éxito  que ha conquistado  la humanidad a través del tiempo. Entiéndase  que la humanidad ha procurado sobreponerse a las dificultades y contratiempos  buscando confort, felicidad y  fortaleza de espíritu.

Hay que saber que la libertad de espíritu, la fortaleza o voluntad de poder, el vitalismo   y todos los valores nietzscheanos, solo pueden ser alcanzados en el sentido inverso de cómo lo concibe la sociedad hoy. De manera que, en esta sociedad llegar al éxito o  ser un  espíritu libre es aceptar la consecuencia de ser reconocido como un loco. El loco es el personaje que encarna mejor el papel que Nietzsche quiere representar sobre la moral y lo divino.

Las últimas preguntas en cuestión que el autor pone en boca del loco, denotan claramente que la muerte de Dios es estratégica en toda la elaboración de su pensamiento. No se trata de un no creer en Dios o un negar a Dios sin sentido. El negar a Dios no cuestionaría en nada los valores que Dios fundamenta, por eso el hombre loco lo busca; y deja en claro a los ‘‘ateos’’ que el Dios en que no creen es el que ha fundamentado los valores de la humanidad hasta ahora. Dios ha sustentado la humanidad por milenios, es él el que ha fijado los paradigmas del bien y del mal y ha hecho que todos los hombres  obren según su ley. Por tanto, no debemos negarlo sino más bien buscarlo, enfrentarlo y destruirlo.

Una renegación de Dios, por un no creer o por propugnar su muerte, equivale en último término a una destrucción de los fundamentos que  Dios sostiene, es liberarse de ese gran dragón que obliga y hace sumiso. Por eso dice Nietzsche: Dios ha muerto y tú y yo somos sus asesinos, tú que reniega su existencia y no acepta que esa opresión milenaria exista y yo que sé que ha existido pero declaro su muerte. Berkowitz (2000) expresa que el quedar limpio de esta sangre es un hecho de gran trascendencia y ha llegado antes de tiempo, es un acto que está lejos de los hombres, y sin embargo han sido ellos que lo han cometido.

Con Berkowitz (2000) puedo inferir que la muerte de Dios cumple varios objetivos en Nietzsche:
1.    Negar que el mundo está sometido a una única interpretación global, que corresponde al papel o la intención de Dios.
2.    Descubrir el débil culto a un Dios que ya no es vital ni creíble.
3.    Descubrir que la moralidad carece de fundamentos en la naturaleza, la divinidad o la razón.
4.    Negar que la naturaleza, la revelación o la razón proporcionen normas morales para el gobierno de la vida.  

Un cambio de paradigma y una nueva civilización solo es posible si Dios no existe, si nosotros lo matamos. Es evidente que  un cambio tan radical no todos lo entienden y aceptan, porque va vinculado a un problema vital. Dios, el que sustenta todo los valores y el sentido del mundo, ha muerto. El mismo Nietzsche pregunta por medio del loco: ¿Qué nos queda ahora? ¿Hacia dónde vamos? ¿No nos tambaleamos de un lado a otro?  Si este gran acontecimiento nos pone en tal situación, la pregunta sería, ¿en qué nos beneficia una muerte de Dios y una destrucción de estos valores?

En el hombre loco leemos cómo levantándose  una vez dice:

‘‘Mi tiempo no es aún llegado. Este acontecimiento inmenso está todavía en camino, viene andando; mas aún no ha llegado a los oídos de los hombres… este acto está todavía más lejos de los Hombres que la estrella más lejana.  ¡Y sin embargo, ellos lo han Ejecutado!  (Nietzsche, 1990)

Aquí enfoca la realidad temporal del hecho. El hombre loco encuentra el suceso de la muerte de Dios, como acontecimiento que no se ha manifestado todavía en la realidad histórica. Por tanto, no es reconocido por la sociedad en ese momento histórico aunque subyace patente en la humanidad. Esa es la razón de por  qué el venerable anciano en su bosque, no se ha enterado todavía de que Dios ha muerto (Cfr. Nietzsche 1999)

La relación de la muerte de Dios con el tiempo presente  está expresada en la palabra muerte. Muerto está lo que en tiempo pasado tenía ánima pero ahora ha desaparecido. No se quiere  llegar a la nada o la inexistencia, el principio fundamental es que terminó su ciclo vital, está muerto. Todavía puede mostrarse su cadáver en el quehacer de la humanidad, pero ya no habla de la vida que un día mostraba.

Esta es pues, la manera de habérselas con Dios según el hombre loco de Nietzsche en la realidad del tiempo histórico. Dios era en otros tiempos algo manifiesto como un gran poder vivo, en el espacio espiritual del tiempo. La edad media fue un gran cultivo de la religión y eso marcó el destino de la humanidad por mucho tiempo.  Pero en los tiempos modernos se ha apartado de él la vida por el gran suceso de su muerte, aunque todavía sigue su faz en los recuerdos. Muchas personas no se han dado cuenta que ya no irradia vida alguna. Por eso no ha llegado la muerte de Dios al tiempo.

Una pregunta hay que hacerse, ¿Ha dictaminado Nietzsche rectamente sobre la moral en su época, con el dicho de que Dios ha muerto en el tiempo? No podemos entrar aquí en un análisis extenso de la conciencia del tiempo después de Nietzsche. No es mi objetivo. Además,  si llevo a cabo tal análisis, tampoco podría alcanzar alguna certeza. Esta indagación pertenece a aquellas cuestiones que no pueden verificarse ni refutarse en sentido científico.

Sin embargo, se puede señalar el nihilismo europeo del que habla al comienzo de su obra  La Voluntad de poder. Lo describe  como un fantasma que avanza, porque ha de seguir irremisiblemente pegado a la muerte de Dios. El ve, sufre y soporta en su propia existencia pensante este nihilismo europeo. (Cfr. Nietzsche, 1968)

Él presiente la nada sin fin como amenaza que pone en peligro la vida de la época y de los hombres, que han de vivir en ella. Expresa la sacudida de este nihilismo en el mismo momento en que habla la muerte de Dios.

¿Es que caemos sin cesar? ¿Vamos hacia delante, hacia atrás, hacia algún lado, erramos en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo?  ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacio con su aliento? ¿No sentimos fríos? (Nietzsche, 1990:115)

El mejor punto para examinar el aspecto positivo de su pensamiento es  su frecuente afirmación de que Dios ha muerto, hemos dado muerte a Dios; Dios está muerto. Salta a la vista que tal afirmación no lo haría un ateo declarado. Lo más frecuente es ver en los ateos declarados una negación de Dios, Dios no existe, la creencia en Dios es una superstición absurda y totalmente falta de base. En cambio la frase de Nietzsche es ‘‘Dios ha muerto’’, hace referencia a una decadencia en la fe. El autor vislumbra que el cristianismo ha perdido su fuerza sobre la mayoría de los europeos de su tiempo.

El surgimiento de la ciencia en la edad moderna viene a cambiar la concepción del mundo, pasando de un teocentrismo a un racionalismo – empirismo. Cambio que supone la superación de ideas mágico – religiosas y un derrumbe de la fe cristiana.
Dado que la civilización europea se basaba en la noción cristiana de Dios, la desaparición creciente de la fe ha de producir necesariamente un vacio en el corazón mismo de nuestra civilización: en el lugar de Dios viene a quedar viene a quedar la nada.

La situación social de Europa en el siglo XIX ayuda a explicar un poco lo que Nietzsche profetiza. Por un lado la ola de violencia que se vive con las guerras nacionalistas, racistas y religiosas; el cambio mental que van produciendo las ideas científicas; los desastres naturales y el auge de las ideas políticas marxista hacen que la sociedad se distancie de lo religioso.

Hoy por hoy, se  ve cómo la muerte de Dios sigue en progreso. Lo contrasto con una Europa pujante del laicismo, donde se estructuran instituciones como Europa Laica, que promueven la separación iglesia- estado. Algunos países han erradicado el oficialismo religioso de sus constituciones.

 En nuestro país, y otras partes del mundo, se discuten temas dogmatizados como el aborto; hay mayor sensibilidad con las personas discriminadas por su orientación sexual, la mujer desempeña un papel  de mayor relevancia en la sociedad y cada día más va decayendo la influencia que tiene religión en la sociedad.  Un signo es que el sacerdote ya no se ve como la figura idealizada y divinizada como hace unas décadas, ya su papel social está más circunscrito.

Es el indicio de una nueva civilización. Los valores están cambiando, la trasmutación está en proceso.  Pero la sociedad no quiere aceptar el cambio, se resiste, se aferra a la idea mágico – religiosa que ha tenido por siglos.  Es necesaria una educación liberadora, transformadora y generadora de una sociedad de espíritu libre que forje un mejor mañana. Es necesario que un loco profetice su muerte en la plaza para que surja la nueva civilización.

Referencias:
Berkowitz, Peter. 2000. Nietzsche, la ética de un inmoralista. Cátedra, Madrid
Nietzsche, Friedrich. 2001. El anticristo: maldición del cristianismo. Melsa S.A., Madrid.
________________.1999. Así hablaba Zaratustra, Edicomunicación S.A., Barcelona.
________________. 1990. La gaya ciencia. Ed. Monte Avila, Caracas.
________________. 1968. La voluntad de poderío en: Obras inmortales,  Ed. Goya, Madrid.