Por Argenis de Jesús Goris
argenisgoris18@gmail.com
Los siglos XIX y XX trajeron consigo cambios significativos para las naciones hispanoamericanas. Desde 1800 se comenzó a gestar la separación del Imperio Español de las colonias que componían el Virreinato de Nueva España, Nueva Granada, Río de la Plata y Perú. Este boom político, económico, social e ideológico, no solo tuvo un impacto en los aspectos administrativos o coloniales, sino que revoluciono las letras. Es aquí donde surge el Romanticismo Hispanoamericano que, como corriente literaria alcanzará una repercusión de 1830 hasta 1890. Esta época se caracterizó por una liberación del espíritu, de las ideas pronunciando un rechazo directo a las normas del neoclasicismo, dando paso a las emociones como ritual literario.
Este florecimiento literario
dio forma a importantes obras que fortalecieron la idea de nación por parte de las jóvenes soberanías, pero
que, a su vez, fueron un foco de expresión, lucha e incluso protesta en contra ´´de la anarquía, el despotismo y
la opresión´´ (Bellli. G. Historia de la Literatura Hispanoamericana, P. 217). Sin embargo, esta corriente literaria no prevaleció en la literatura hispanoamericana sino, que dio paso a otra importante corriente: el modernismo. Este movimiento alcanzó
su definición como escuela literaria, a partir de 1890. La renovación de lo sutil, lo gradual,
la vista de la realidad por medio de lo verosímil y lo inverosímil, fueron las arterias de esta nueva escuela
literaria. Con este comentario literario, me fijare en los aspectos que enmarcan al género literario de la prosa.
Esteban Echeverría (1805-1851) es considerado por muchos críticos como el precursor del romanticismo en Hispanoamericana-aunque otros críticos lo sitúan como el precursor en la Argentina[i] destacándose como un importante novelista, cuentista y poeta. A finales de 1825 abandona sus estudios de filosofía y se dirige hasta Europa. Este viaje le permitió ampliar nuevos horizontes en las artes y en la producción literaria. Las clases con Sorbona lo dotaron de una amplia sensibilidad y crítica entorno a las vanguardias de su época. Sin embargo, no es hasta 1871, veinte años después de su muerte, que se da a conocer su obra cumbre en cuanto a la prosa del Romanticismo: El matadero.
Su publicación por primera vez tuvo lugar en la ´´Revista
Río de la Plata´´ por medio de la intervención de Juan María Gutiérrez quien
realizo una recopilación de Las obras completas
(1874) de Esteban Echeverría. Esta obra constituye una violenta
protesta contra Rosas y la sociedad
corrompida sobre la que se asienta el poder, así como una violenta protesta a
la moral. Como obra celebre, encierra
también un cuadro de costumbres de vívido realismo, turbado con frecuencia por el extremismo más violento con vibra de indignación frente
a las responsabilidades de quienes
sostienen el poder.
Hasta el momento en que comienza la narración o croquis del
matadero, el narrador realiza dos operaciones simultaneas: participa como testigo y juez de una situación social y política.
Describe la ciudad bajo la lluvia y las consecuencias de la falta de carne
en Buenos Aires.
En la descripción del ambiente-sombrío, violento-, el escritor
presenta a los personajes impregnados de una animalidad que es
inquietante, rebosando de bestialidad, incultura, sectarismo y torpeza. La ironía constituye el alma principal que
utiliza Echeverría para burlarse y
describir la posición de la iglesia y el gobierno rosista: buenos federales,
buenos católicos, la justicia de Dios
es aliada de la federación. Por el contrario, el diablo, los males meteorológicos y los opositores forman un solo bando que hay que conjurar (´´donde
millares de voces,
conjurando al demonio unitario de la inundación, debían implorar la
misericordia divina´´).
La sátira social,
por tanto, se convierte en un puente
para el establecimiento de una denuncia
directa hacia una dictadura. Al observar el lenguaje directo, las
exclamaciones, las palabras soeces,
los localismos suburbanos, las burlas, estamos frente a un cuadro de la
barbarie, la bajeza y la sangre.
Al observar este primer cuadro narratológico desde un enfoque
perspectivo, nos vemos frente a un cuento que refleja una realidad
cruda, desagradable con un discurso cargado de denuncia social.
La primera etapa del Romanticismo en América se caracteriza
principalmente porque los escritores
se encontraban al servicio de los ideales de la patria, así como críticos que señalaban las cruentas realidades de la
Argentina de la época. Se observa una literatura cargada de sentimentalismo y a su vez de un realismo, lejos de
ser disfrazado, enfocado en una inclinación real, pero con una carga emocional de gran
significado.
Al final de este cruenta descripción, el narrador no solo
crítica lo sucedido, sino que llega al punto de indignarse, señalando de esta forma la tortura que Matasiete cometió
contra un joven
unitario. Es evidente
que, durante esta época las perspectivas de la prosa tienen un importante convergencia entre los enfoques
de la trama y en la realidad
literaria de aquello
que se cuenta.
Examinar de esta forma este cuento, nos hace pensar en la posteridad. La crítica a perspectivas
erradas y fuera del propósito de alcanzar la realidad y la plenitud del ser
siguió prevaleciendo más allá del Romanticismo.
Sin embargo, la mirada o la denuncia de males
sociales o en su defecto, de falacias filosóficas o sociales, ya no se
denunciará o se criticará en base a
un sentimentalismo profundo y una ficción del mundo real: a partir de este
punto, se tomarán aspectos de la vida
real y la vida ficcional para transformar así, con libertad y lógica las realidades a reflejar. De este modo llegamos
al Modernismo.
Al principio hemos dicho, que esta nueva escuela literaria
retoma su punto de origen en el mundo
de la prosa a partir de 1890. Esta corriente busca consolidar el lenguaje
artístico, así como una renovación
del realismo y el naturalismo. En el primero de ellos predomina la elección
de palabras de acuerdo con su sonoridad, su musicalidad y su plasticidad. Por ende, se observa que la poesía se configura en
conjunto a la prosa, proporcionando así, un color que reproduce sentimientos.
Asimismo, veremos en este movimiento un rechazo a las historias
sociales y a los cuadros científicos: se buscará una renovación de las letras
por medio de una filosofía cromática e impresionista.
Pocos autores de las letras han suscitado tantos estudios y
biografías como Rubén Darío, señala Veiravé
(2001). Es justamente este, junto a Martí y Nájera, quienes
renovarán la prosa
del modernismo. Darío no es considerado simplemente un poeta nicaragüense, sino americano. En su
obra encontramos una fundición de los colores nacionales en una sola bandera
continental.
Partiendo precisamente de este cromatismo, es donde observamos una de las producciones más célebres de Darío: El rubí. Este cuento fue publicado en 1888 como una de las tan valiosas producciones recopiladas en Azul. Aquí vemos como están simbolizadas las fuerzas de la naturaleza que es fecunda, frente a la falsedad de los hombres, quienes pretenden competir con la creación perfecta de la naturaleza. Sin embargo, comentar este cuento, no resulta útil ni enriquecedor, sin antes conocer algunas referencias culturales y literarias que permiten su mayor comprensión. El punto de partida del cuento incorpora el nombre de dos químicos franceses cuya labor fue ampliamente difundida: Chevreul (1786-1889) y Fremy (1814-1894). El conocimiento por parte del poeta de los aportes de estos hombres, le permitió crear la fabula de los gnomos, presididos por Puck. He aquí, que observamos la primera característica de esta escuela literaria: la referencia en base a hechos realistas y propios del medio o de la naturaleza plasmados en un plano real y a su vez ficcional.
Un hecho evidente y lateral de este cuento,
es también las piedras preciosas. Arturo Marasso (2009) indica que la descripción de la
caverna de piedras preciosas fue tomada por Darío de un cuento de Catulle Mendés titulado ´´Las flores y la
pedrerías´´, contenido en lesbia alrededor
de 1886. Aquí se ve pues, reflejada una captación de la luz diamantina, que ha
de ser convertida en una sinfonía de
riqueza visual. Por tanto, el modernismo pretende ser esta escuela
de profunda renovación literaria que ha de llevar
al hombre a la plenitud
y a la verdad.
El rubí tiene una escenografía fastuosa estando los personajes frente
al lector en un escenario lleno color. En la primera
escena el lector puede ver a un gnomo que hace un monologo frente
a un rubí que es resplandeciente. Para un segundo momento, los gnomos
convocados por el cuerno de Puck se reúnen frente al rubí falso que ha sido robado a los sabios parisienses. Por último, vemos a un gnomo que narra la historia de amor con una mujer,
cuya muerte y sangre dio origen
a los rubíes.
El relato exhibe una escenografía fastuosa que caracteriza
la estética modernista, con sus vívidos
y detallados elementos visuales que transportan al lector a un mundo rico en
color y simbolismo. La primera
escena, con el gnomo protagonista frente a un resplandeciente rubí, sugiere
una conexión intrínseca entre el personaje
y el objeto precioso, posiblemente simbolizando la búsqueda de la belleza y la espiritualidad en
medio de la materialidad. Este enfoque
en la estética y la simbología se alinea con la tendencia modernista de
explorar la subjetividad y la conexión
entre lo espiritual y lo material.
Mientras que, en la segunda escena, donde los gnomos se congregan frente al rubí falso robado a los sabios parisienses, añade una capa de intriga y misterio. Aquí, la narrativa modernista parece sugiere una crítica a la artificialidad y la falsedad que permea la sociedad, reflejando la preocupación de la época por la decadencia moral y la pérdida de valores auténticos. La convocatoria por el cuerno de Puck, una figura mítica, podría indicar la intervención de fuerzas sobrenaturales en el devenir de la trama, acentuando la inclinación modernista hacia lo irracional y lo inexplicable.
La última escena, donde un gnomo narra una historia de amor
cuya tragedia dio origen a los rubíes,
presenta un elemento romántico que contrasta con la crítica social presente en
las otras escenas. Aquí, la conexión entre
el amor y la creación de los rubíes puede interpretarse como
una expresión modernista de la dualidad humana: la capacidad de generar belleza
y tragedia simultáneamente. Este énfasis
en las emociones y la complejidad humana es característico del modernismo, que
exploró las dimensiones psicológicas y emocionales de sus personajes de manera más
profunda.
Al comparar este cuento con "El Matadero" de Esteban Echeverría, se destacan similitudes y diferencias
fundamentales en cuanto a sus enfoques y estilos literarios. Ambos cuentos comparten
una preocupación por la crítica
social, pero mientras
que "El Matadero" pertenece al periodo
romántico y presenta una visión más cruda y visceral de la realidad, el cuento
del rubí adopta un enfoque modernista más simbólico y estilizado.
El Matadero", perteneciente al Romanticismo, se
distingue por su realismo crudo y la denuncia de las desigualdades sociales y políticas de la época.
Echeverría utiliza la prosa para explorar
las tensiones y conflictos sociales de Buenos
Aires, presentando una visión
visceral y apasionada de la
realidad, donde la violencia y la degradación moral son retratadas de manera
directa.
"El Rubí" de Rubén Darío, emblemático del
Modernismo, introduce una transformación estilística
y temática en la prosa. La obra de Darío se caracteriza por su estética
simbolista, el énfasis
en lo subjetivo y la exploración de dimensiones emocionales y espirituales. A través de la trama de misterio y simbolismo en
torno al rubí, Darío utiliza la prosa para abordar cuestiones más abstractas y universales, como la búsqueda de la
belleza, la artificialidad de la sociedad y la complejidad de las experiencias
humanas.
Bibliografía
Bellini, G. (1997). Nueva Historia de la Literatura
Hispanoamericana . Editorial Castalia .
Marasso, A. (2009). El patrimonio literario de Ruben Darío. Redalyc.
Veiravé, A. (2001). Literatura
Hispanoamericana: Escritores, autores y contextos.
Kaperlusz.
[i] Bellini (1997) señala que el precursor de este
movimiento en América es José María Heredia. Sin embargo, la mezcla entre la influencia clásica y romántica ha hecho que no sea considerado como el precursor
de este movimiento en América